Rafael Alberti

 

A galopar

Las tierras, las tierras, las tierras de España,
las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
al sol y a la luna.

¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

A corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras de España, en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
caballo cuatralbo,
caballo de espuma.

¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
que la tierra es tuya.

¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

 

El mar. La mar.


El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar!

   ¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?

   ¿Por qué me desenterraste
del mar?

   En sueños, la marejada
me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.

   Padre, ¿por qué me trajiste
acá?

 

 

 

 

Gimiendo por ver el mar,

Gimiendo por ver el mar,
un marinerito en tierra
iza al aire este lamento:

   ¡Ay mi blusa marinera!
Siempre me la inflaba el viento
al divisar la escollera.

 

Si mi voz muriera en tierra


Si mi voz muriera en tierra
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera.

   Llevadla al nivel del mar
y nombradla capitana
de un blanco bajel de guerra.

   ¡Oh mi voz condecorada
con la insignia marinera:
sobre el corazón un ancla
y sobre el ancla una estrella
y sobre la estrella el viento
y sobre el viento la vela!

 

Se equivocó la paloma

 

Se equivocó la paloma,
se equivocaba.
   Por ir al norte fue al sur,
creyó que el trigo era el agua.
   Creyó que el mar era el cielo
que la noche la mañana.
   Que las estrellas rocío,
que la calor la nevada.
   Que tu falda era tu blusa,
que tu corazón su casa.
   (Ella se durmió en la orilla,
tú en la cumbre de una rama.)

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